La digitalización todavía facilita más una característica de los mercados actuales: la volatilidad. Si ésta actúa en un entorno globalizado la velocidad de cambio está servida. La volatilidad se refiere a la inestabilidad o variabilidad de los precios, eso no implica necesariamente cambios en el nivel promedio de los precios sino una mayor dispersión a ese punto promedio. La volatilidad se calcula como la desviación típica de las variaciones de los precios. Siendo posible que el nivel medio de precios sufra cambios -sin que se mueva la volatilidad- como equilibrio de cambios en la oferta y demanda. Podría suceder con el tiempo una disminución o incremento en la variabilidad de los precios sin que haya habido cambios en su nivel medio. La volatilidad no significa precios altos, sino que se mueven en un rango determinado que según la desviación típica de la distribución, será más o menos amplio. En definitiva, la volatilidad crea incertidumbre del precio con el que nos encontraremos si acudimos al mercado, tanto para comprar como para vender. La volatilidad puede tener dos clases de causas, unas previsibles y otras no esperadas y esa diferencia es fundamental para la planificación y la propia existencia de los mercados. Esta es una de las dificultades que tendría Bitcoin como dinero de uso.
Para el cálculo de la desviación típica con tendencias hacia arriba o hacia abajo se pueden producir interpretaciones erróneas, para lo que a la desviación típica de la serie original se la divide por la media, para obtener el llamado Coeficiente de Variación (CV). Este indicador permite comparar variabilidad de precios entre distintas series de datos, ya que la dispersión que surge de calcular la desviación se compara con el promedio de cada serie.
El carácter especulativo de algunos mercados y el comportamiento de los agentes de mismo, fomentan la volatilidad. Los mercados de valores, materias primas, alimentos, entre otros. No obstante, su cálculo es muy interesantes en todo tipo de mercado, sin que sean mercados especulativos como los que hemos mencionado. Mercados de cualquier producto o servicio sufren cierta volatilidad y hay que conocerla aunque si se trata de mercados extensos, no concentrados y documentados como los de valores, commodities y alimentación, es mucho más complicado tener una visión integral de las variaciones.
Cuando existen situaciones inflacionarias, la volatilidad puede ser mayor. Lo hemos podido apreciar en mercados que nunca antes habían mostrado ese comportamiento. Los productos de alimentación y los energéticos nos han mostrado variaciones muy fuertes tanto al alza como a la baja, que ha supuesto inestabilidad en esos mercados y por tanto entre los consumidores. Las importaciones que los países se procuran también se ven afectadas por las variaciones respecto a las exportaciones, complicando la economía. Por otra parte, el crecimiento también se ve comprometido al igual que la inflación tiende al alza, especialmente en los exportadores de primeras materias con alta volatilidad.
La realidad es que si los productos estuvieran a la merced de los mercados, sufrirían una mayor volatilidad según la oferta y la demanda, pero la preferencia de los clientes por la estabilidad de los precios, impide que los productos tengan esa variabilidad reservada -en todo caso- para el mayoreo.
El sistema de fijación de precios es un tamizador de la variabilidad y es por ellos que los sistemas mejores no sufren tanto cambio como los que están en dependencia de los costes o de los precios de los competidores. calcule las medias, las desviaciones típicas y el coeficiente de variación y con esos tres sencillos cálculos le dirán cómo se comporta su empresa respecto a los precios y sabrá sus verdaderos precios.