Debemos comenzar diciendo que se llevaban siglos fijando los precios siguiendo la oferta y la demanda y de pronto, en la antigua y extinta Unión Soviética, se plantean que es el Estado quien determina los precios de las cosas según el criterio de miles de economistas que trabajan en un edificio de Praga lejos de todos los mercados reales soviéticos, incluso los locales. Es como crear una gran Excel que se mantendrá a largo plazo pase lo que pase, se consuma lo que se consuma, sea el clima como sea, les gusten los productos a los consumidores o no. Esa fijación de precios a dedo que se pretendía que se hiciera diariamente y para todos los mercados, muy pronto dejó de hacerse y se gestionaba lo que se podía y muchos mercados quedaban con precios diferentes a otros por el simple hecho que no les daba tiempo a cambiarlos. Este proceso fue a más, pero como nadie sabía que en otro lugar estaba con mejor precio, se conformaban con la propuesta oficial, aunque fuera absurda e injusta comparativamente con otro mercado que no se movía como tal.
Que en aquellos tiempos revueltos se tomarán esas decisiones llevados por el dogma y no la Teoría Económica fue un gran error, pero que a día de hoy algunos hablen de controlar los precios (alquileres, cesta básica de la compra, etc.) es negar la historia y el conocimiento desarrollado desde todo el proceso de estructuración de la economía moderna. Cuando los precios no tienen libertad para ajustarse de forma artificial, en algún momento alguien lo pagará bajo un formato u otro. El primer pago es la falta de productos, de viviendas para alquilar, en definitiva, lo que estés controlando.
La característica fundamental de la fijación de precios en la URSS era esa, su fijación sin cambios posteriores en muchos años. Los precios del pan, macarrones, azúcar, huevos, servicios básicos, aceite vegetal, la carne, mantequilla, leche y queso, se mantuvieron fijos durante años, durante muchos años. Un absurdo que sólo intentaba cuadrar el Cálculo Económico -imposible- del Estado y que los habitantes pudieran comer porque la economía no daba para el acceso a los alimentos y cuestiones básicas. No resulta extraño si recordamos que los salarios estuvieron congelados durante largos periodos de tiempo como remedio a la inflación creada con la máquina rublera.
Esos precios fijados no permitían que la economía como conjunto de agentes que va ajustando continuamente el producto/mercado que más le conviene no existía y muchos productos -como unos jeans- tenían un precio prohibitivo por culpa del precio de los alimentos que hemos comentado anteriormente. La incongruencia podría llegar a tal magnitud que se compraban varios productos confeccionados para niños porque -cortados y montados de nuevo- eran más baratos que la misma prenda para un anciano. La causa era que alguien había decidido que los abrigos de piel para infantes debían estar subvencionados. Para una vez que deciden subir el precio de las bebidas alcohólicas, aquello parecía la Norteamérica de la Ley Seca y los alambiques se multiplicaron brutalmente y el azúcar escaseaba por ese emprendimiento del mercado negro.
En una economía, con intentar controlar 500 ó 1.000 productos básicos, todo el sistema de precios se va al garete y la terrible consecuencia es el vacío de las góndolas en Venezuela. Si se interrumpe y manipula la economía natural y el sistema de precios, los precios relativos se desordenan y el desabastecimiento más absoluto es lo que llega.
Imaginen cómo funcionarán los precios cuando la oferta y la demanda de los mercados se mueven, la escasez o la abundancia no se tienen en cuenta, tampoco su valor subjetivo y -sin embargo- los precios permanecen constantes. Es imposible que si no se deja actuar a los mercados en su día a día, el planificador no puede siquiera enterarse de los movimientos de las preferencias de los agentes y la negación de lo natural obliga a la fijación de los precios incluso por debajo de su coste de producción. Es una cuestión de años el que todo salte por el aire. Si aceptaran tener fronteras pobladas con la UE, ¿quién impediría una ingente e incontenible emigración masiva de sus pobladores en busca de la diversidad del mercado y de sus precios? El consumo lógico -en contraposición al consumismo- no puede ser nunca manejarse con pocos productos sin buenas especificaciones técnicas ni de diseño.
La guía de la teoría objetiva del valor-trabajo impuesta (¿Quién sabe -día a día- el trabajo socialmente necesario para producir un bien?), no por cuestiones económicas lógicas sino por cuestiones dogmáticas, impide que la fijación de precios subjetiva que sigue la percepción del consumidor y un determinado contexto, es la forma adecuada independientemente incluso del coste de producción. El Pricing -en mayúscula- en una economía planificada es un oxímoron.
Como comentó Yakovlev, el principal asesor económico de Gorbachov, para explicar la caída de la economía planificada rusa: «El problema es que el sistema no es natural». Mejor ni acercarse a este sistema de control.