Ese coste no figura en ningún informe contable, pero los resultados de su empresa dependen de él. No es un problema que usted se haya buscado, pero si no lo ha resuelto tiene un grave problema que ha hecho desaparecer hasta a grandes empresas. La verdad es que la economía actual y se podría decir que desde la economía de los años 60s, el coste de la complejidad de las empresas se ha ido incrementando sin que nos diéramos casi cuenta.
Tiene que atender a los riesgos medioambientales, a los riesgos laborales de sus empleados incluso de cualquier persona que entre en sus instalaciones con el encargo de montar unas regletas eléctricas. Entre sus empleados puede existir mobbing o faltas esporádicas de respeto por su condición de género. La informática está pasando de tenerla en casa a utilizar sistemas en modo SaaS con ventajas pero con algo más de complejidad y un sinfin de novedades como la protección de datos personales, la cyberdelincuencia, etcétera. Pero esta es sólo una parte, digamos de origen exógeno. Hay otra consecuente con su actividad que si es industrial es complicada de resolver en el día a día: sus verdaderos costes, las interacciones entre sus productos y los recursos de producción, las materias primas que se utilizan cuando una orden sale mal y se repite, la preparación de los pedidos y la logística que está influenciada por las ventanas de recepción de sus clientes que también tienen festivos, de la necesidad imperiosa de la innovación y un largo etcétera. En definitiva, de aquellas fábricas en las que todo se tenía a la vista a las actuales, con departamentos estancos y sistemas de información que llevan la imagen de la empresa por fuera de nuestra percepción visual. Espero que haya quedado claro lo complicado que es que pasen cosas positivas en una empresa como, por ejemplo, la entrega de un pedido en tiempo y forma o entregado en el lugar adecuado. El Número de Dunbar nos dice que cien empleados es el límite gestionable -como una centuria romana- y que a partir de esa cantidad de personas todas las relaciones entre ellas se vuelven complejas. Es muy meritorio, aunque hayamos perdido la consciencia de vencer al caos de forma diaria.
No obstante, la complejidad está ahí, le ataca desde dentro y desde fuera con gobiernos cada vez más intervencionistas y una miríada de leyes sin reglamento que las desarrolle, para complicar las cosas.
Reducir esa complejidad operativa es una nueva misión de la dirección si quiere que la empresa tenga una supervivencia asegurada. Obviamente, está muy relacionado con la capacidad de sus recursos de todo tipo: financieros, humanos, de producción, de almacenamiento, de logística… y la necesidad de que trabajen de forma integrada. ¡Casi nada!
Hay empresas pequeñas que no atienden a esa complejidad, circunstancia que tienen a pesar de su tamaño, o tal vez por eso mismo, y abren cada día sin prestar prestar atención a esos elementos y que parece que un extraño atractor les salva continuamente del caos sin siquiera ser conscientes. El problema es que un buen día cambia algo que les saca del mercado y no saben dónde les cayó el obús. Es como aquel escarabajo volador cuya forma no tenía la aerodinámica necesaria para hacerlo y el MIT -tras su análisis- concluyó que volaba porque no sabía que no podía hacerlo.
Resolver la complejidad de sus productos, de su canal de distribución, de sus comunicaciones y de un pricing que les permita arañar nuevos ingresos con mayor rentabilidad y, todo ello sin ganar estructura.
La complejidad tiene como una vida propia entre sus elementos que se vuelven incontrolables en el tiempo y generan nuevos espacios de comportamiento. Si pudieramos medirla fácilmente, podríamos apreciar el beneficio que nos roba e intentar reducirla. Un buen número de empresas están centrándose en su core business y quiere sacar el resto fuera y así llegar a dominar lo que les puede llevar al éxito, sin interferencias de la complejidad.
Sólo me queda decirles que lo suyo tiene mucho mérito, que son unos supermen/women que luchan diariamente contra el caos sin ponerse medallas en la pechera por ello. Seguramente, se han percatado de la esencia del negocio y ven lo demás como leves escollos del momento, pero no descuiden el crecimiento de la complejidad que tiene tendencia ascendente y si no detecta de vez en cuando el caos en la operación, comience a sospechar si lo está despreciando, porque existir existe.