Meses antes de que comenzasen a subir los precios el año pasado, publiqué post en el que comentaba la levedad de los márgenes y la necesidad de subir los precios o no hacer tanto descuento, que viene a ser lo mismo. No quiero decir con esto que el dios de la economía almuerce conmigo, es que era un secreto a voces y una necesidad de supervivencia. Fue encallar el barco aquel en el canal de Suez, para que se desatase una tormenta que a través de lazos ocultos a hecho subir productos que no mantienen ninguna relación. Bueno, en esta economía todo está conectado, pero la verdadera razón es que la espiral de precios sin casi margen necesitaba un poco de oxigeno y bien que han tomado aire, basta con ir al supermercado para darse cuenta de que todo ha subido, no sólo la electricidad, el gas, etcétera. Estamos en un proceso inflacionario que no se sabe a ciencia cierta cuanto tiempo durará, pero que -más a la corta que a la larga- volverá pendularmente donde solía, es decir, a un proceso deflacionario o casi.
La cuestión que se plantea es si en estos procesos inflacionarios es si los consumidores o las empresas se vuelven más sensibles al precio o no. Llegados a este punto, la microeconomía siempre nos echa una mano al respecto. Observando las curvas típicas que adopta la curva de demanda cuando está sujeta a cambios de precios al alza, se puede apreciar que siempre hay un periodo de descompresión en que los precios son soportados por los compradores. Queda claro que la elasticidad también depende del tiempo, diferenciándose su comportamiento en el corto plazo del medio plazo, más explícitamente, si sube el precio de la gasolina considerablemente estamos unas semanas o meses asumiendo la subida esperando otro movimiento de signo contrario, pero si vemos que se mantienen los precios altos comenzamos a pensar y actuar para reducir el consumo y por tanto el gasto en ese producto.
En este momento, percibimos que los precios de la alimentación han subido, las fuentes de energía y muchos productos y servicios más y estamos evaluando reducir su consumo de forma diferenciada. En buena lógica, hay un comportamiento si el bolsillo es el de una empresa y otro si es el de un particular, aunque con cierta frecuencia sea la misma persona.
Otra situación que se aprecia en el caso de mantenimiento de los precios, es la reducción de las cantidades, que siempre es más difícil de distinguir aunque al final te das cuenta de la merma de tamaño y que lo que eran cañas se convierte en cañitas y lo peor es que quedan para siempre así, al igual que las tazas de un simple café con leche. Sin olvidar los paquetes de ciertos productos de supermercado o las bolsas que vienen con menos unidades y/o peso.
También aparecen los productos Giffen y Veblen, aquellos que -contrariamente al resto de productos que mantienen su curva de demanda con pendiente negativa- que aumenta su consumo cuando suben los precios, aunque cada uno de ellos tiene un motivo diferente. Los primeros compran de ese producto por falta de presupuesto y los segundos porque son productos de lujo y la exclusividad siempre es un valor para ciertos segmentos y momentos.
Entonces, digamos que la sensibilidad a los precios irá creciendo ya que el alza es generalizada, aunque amortiguada en las primeras semanas incluso meses. Posteriormente, vamos adaptando nuestro consumo.
Bueno, lo dejo aquí que llevo un buen rato con el ordenador y son 200W.