Con esa pequeña explicación sobre las diferentes modalidades, pasamos al objetivo del post que es revelar el mecanismo que está detrás de de cada subasta y que no es otro que reducir el excedente del comprador al máximo, es decir conseguir que cada licitante se acerqué al máximo a su precio de reserva, a lo máximo que está dispuesto a pagar según su percepción del valor de lo subastado.
Todos conocemos cómo se ejecutan las subastas habituales. Unas son al alza, en la que cada participante ofrece su propuesta superando a la anterior hasta que en la puja sólo queda un postor. Esta es la conocida como subasta inglesa. También está la subasta holandesa que tiene el sentido contrario, se va bajando la puja hasta que alguien acepta el valor, haciéndose con lo subastado. Por último, la subasta americana o también conocida por «Todos-pagan» tiene un mecanismo más «perverso». Cada licitante hace su propuesta por lo subastado y la puja más alta se lleva el bien subastado, pero previamente todos han tenido que liquidar su puja y si no ganas la pierdes. existen algunas variantes de este tipo de subasta que podrá perecernos sin sentido, pero que tiene su uso incluso en subastas oficiales. Si lo pensamos, la lotería nacional tiene un poco de este tipo de subasta, hacemos una apuesta que perdemos si no nos llevamos un precio o al menos la devolución. Aunque la suerte exista, la esperanza matemática de salir premiado nos informa de la conveniencia del gasto.
Desde el punto de vista de la trasparencia, las hay públicas y privadas que normalmente se establecen por escrito en sobres cerrados. Desde hace tiempo, las electrónicas han tomado el auge lógico con la posibilidad de concurrir interesados de todo el mundo.
En buena lógica, es el vendedor -refiriéndonos al organizador de la subasta en la mayoría de las ocasiones- el que establece el sistema de subasta y las condiciones particulares de la misma. El objetivo es que queriendo llevarse el bien, los licitadores quieran pagar lo mínimo posible aunque el mecanismo interno de la subasta les lleve a llegar hasta su precio de reserva, sobre todo en la subasta inglesa. En la subasta holandesa, el dilema angustiante de querer pagar menos sin perder el bien subastado, hace que casi siempre se pague algo más de lo deseado, pero siempre muy cerca del precio de reserva.
En el mundo anglosajón, donde en la venta de viviendas se marca un precio mínimo y se aceptan pujas al alza de los interesados en la propiedad, es una forma inteligente de reducir el excedente del comprador y obtener un mejor precio para el vendedor. Aquí no tenemos ese hábito, pero es un juego interesante de optimizar el precio.
He presenciado en directo varias subastas en lonjas de pescado y he podido observar cómo el comprador de calidad se lleva siempre el mejor pescado pagando claramente más y cómo los demás esperaban a que comprase «el de siempre», para comenzar su puja más mundana.
El caso de la subasta americana es el más complejo, puesto que todos lo licitantes quieran pagar lo mínimo, si es cero mejor, pero saben que con esa puja no se lo llevarán finalmente y aumentan su puja hasta una cantidad que tampoco les importe mucho perder. En una aplicación de la Teoría de juegos, todos utilizan una estrategia mixta en busca del equilibrio de Nash, ya que parece ser que en la mayoría de las ocasiones la suma de las pujas excede el precio esperado por el vendedor.