Si alguno de ustedes se pregunta por qué se incluye este tema en un blog de pricing, en breves líneas sabrá la razón. Los profesionales de la cosa saben perfectamente el significado y uso de estos dos conceptos de la rentabilidad y su medida. El primero nos mide la rentabilidad sobre el activo total y el segundo nos indica la rentabilidad sobre los recursos propios. Los dos son importantes y necesarios, no hay preferencia justificada que haga abandonar uno de ellos. Sin embargo, sí que son diferentes en cuanto a importancia, pudiendo declarar al ROA como el más importante porque habla de la rentabilidad de la empresa y el otro de la rentabilidad de la inversión de los propietarios. Podríamos decir que el ROA no tiene en cuenta las fuentes de financiación y que el ROE pasa por alto el ratio de endeudamiento. Si quiere vivir plácidamente los próximos años, más vale que el ROA esté bien lejos -por arriba- del 5%. Cuando llegan los malos tiempos, crisis, pandemias, subidas de tipos de interés, etcétera, es el ROA el que te puede salvar. Un ROE alto con un ROA bajo es mala cosa. El ROE se enfoca mucho más a hacer felices a los inversores a corto.
Al restar el ROE del ROA, nos muestra las distintas diferencias entre ambos (la positiva, la neutra y la negativa), que nos hablan del efecto del grado de apalancamiento de la empresa.
En buen número de empresas se consigue un ROA medio entre el 6 y el 9% (muy común en las empresas de distribución fundamentalmente), pero un objetivo de excelencia debería ser del 25% y en su larga ruta hacia la excelencia, de un 20%. Eso sí, no se llega por casualidad y hay que poner un proyecto vital a su servicio.
Si atendemos a su fórmula, ROA = Beneficio antes de I e I (EBIT o BAII)/Activos Totales, ya comenzamos a vislumbrar la ruta de su mejora que podemos comenzar por reducir el denominador (los activos totales), por lo tanto, hay una serie de parámetros que nos van a servir para adelgazar el montante del denominador (las cuentas a cobrar y el inventario suelen representar el 70% en muchas empresas), pero cuidado, que algunas de las combinaciones adelgazantes pueden reducir también el numerador y así estaríamos empeorando la situación, mejor si recargamos el numerador al mismo tiempo, trabajaremos más tranquilos. Esos caminos serían:
- Aumento de las ventas de forma importante y rentable
- Mejoras en el porcentaje de Margen Bruto
- Reducción del porcentaje de gastos
- Mejor uso del inventario
- Cobro más rápido de las cuentas a cobrar
En la ruta de mejora del ROA hay dos variables sobre las que navegar, una es si alcanzará ese 20% buscado como mínima entrada en el club de la excelencia y la velocidad con la que lo hará, dos cuestiones a gestionar adecuadamente, sobre todo la que se refiere a la velocidad del logro.
Viendo su desglose, el ROA es un excelente laboratorio de estrategias a determinar y sus posibles consecuencias en el numerador y denominador, para saber qué vamos a provocar con una estrategia determinada y preverlas ya que -frecuentemente- no atendemos a los efectos colaterales de las estrategias implementadas.
Al final, no he comentado por qué es importante el precio es este objetivo, pero no hace falta ¿Verdad? Si hablamos del beneficio, ¿cómo no vamos a citar a su más fiel paladín?