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La economía de la telaraña o por qué acudimos a la miel

A ver si les suena esta situación: en España faltaban viviendas y alguien toca el silbato de arranque de la carrera de la construcción. Conozco a peones de albañil que se metieron a constructores para mi estupefacción personal (sensación de estupidez por haber tomado el camino del estudio y el desarrollo profesional), cuando de repente hay más viviendas que mercado y el dinero se vuelve a casa, nadie quiere-puede ser constructor y el Estado pasa a quedarse el mayor parque de viviendas de la historia. Desde hace pocos años, parece que el sector se va revitalizando viéndose grúas en las entradas y salidas de las ciudades. Los que se quedan sin empleo piensan qué pueden hacer con sus ahorros y los despidos y miran lo que funciona en el mercado: bares y cafeterías/hornos para desayunos y no había bastantes cruasanes para proveerles, hasta que se acaba la moda y muchos tienen que cerrar: nadie puede desayunar o almorzar tres veces. Parece que la informática es el futuro y miles de bachilleres ingresan en estos estudios. El tiempo hace ver el trabajo y salarios que les esperan y las matriculaciones bajan brutalmente y las mujeres deciden que ese desarrollo profesional no es adecuado y abandonan sus aulas masivamente en España (menos del 10% de los estudiantes de informática en España son féminas). Parece que hay compañías que pagan muy bien y una miríada de estudiantes se vuelven a apuntar buscando a esos demandantes de Big Data, IA, Cloud computing, etcétera, les paguen salarios sobresalientes. Así podría pasarme la noche escribiendo y hablando de emprendedores, bioquímicos, estudiantes STEM y coaches.

Ese modelo económico de la tela de araña que sigue el teorema del mismo nombre, nos hace dejar el cultivo de las cebollas porque están tiradas de precio y pasar al caqui persimon, hasta que ya no interese y pasemos a hundir a los que cultivan alguna fruta de forma rentable, En esa búsqueda de lo que parece dar dinero, la cantidad de elementos de la marabunta es la clave. Si no tuviéramos tantos parados, el mercado se equilibraría más fácilmente sin acabar con la rentabilidad de lo que funciona.

Tampoco podemos dejar que alguien arbitre la economía más allá de los planes de estudios, sería peor el remedio que la enfermedad. Hay demasiado de todo y eso no permite la rentabilidad operativa mínima y la ruleta vuelve a rodar.

Lógicamente, el medio de ajuste es el precio y así, reventando sus propios márgenes, acaban con el del resto de agentes del mercado.

Recuerdo cuando la nota de corte de los ingenieros de telecomunicaciones era de 8,5. Ahora es de la mitad, nadie quiere cursar esos estudios que no tienen salida, bueno eso pasaba antes, ahora es posible que sí -a pesar de la poco demanda del mercado- y que sean trabajos interesantes y bien pagados.

Aprendamos a analizar las situaciones de los mercado y no vayamos adonde van todos, porque -al poco- serán multitud y no interesará. es lo que tienen los mercados que toman características de los mercados perfectos.

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