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Los precios suben, son arrestados y delatan a la responsable: «¡Ha sido la política monetaria!»

La inflación lleva camino de convertirse en una nominalización, una de esos conceptos que al final tienen un carácter subjetivo y que cada cual tiene un concepto diferente, así como de sus causas. Todos los economistas acaban metiéndose con la inflación, pero ella, demostrando la falta de conocimientos sobre su naturaleza y su terapia, se rebela y sigue acampando libre en nuestras economías. No sé a ustedes, pero a mí me ha parecido que la UE y el BCE lanzaron medidas expansivas y restrictivas concurrentemente al salir de la pandemia. Por una parte, metiendo bastante dinero en los países más perjudicados como España, Italia, Portugal y Grecia mediante los fondos NG et al y al mismo tiempo elevando los tipos de interés, con éxito relativo, ya que las economías no acaban de arrancar y con la inflación lloviendo sobre mojado y sin acabar de escampar la tormenta, tampoco el helicóptero de los fondos Next Generation parecen llegar a cumplir su misión.

Todos los economistas están de acuerdo en que la inflación es un fenómeno monetario (me sale acabar la frase de Friedman, «…siempre y en todo lugar…»), pero muchos de ellos ven más causas -algunas combinadas con la principal y otras de carácter estructural- y negar que se produzcan otros efectos a partir de la primera no parece conveniente en pos de saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. La economía es un manojo de causas y efectos, no querer ver que puedan existir otras consecuencias combinadas entre la relación anterior no es conveniente, sobre todo cuando observamos que las medidas clásica para reducirla a un porcentaje de existencia natural no se consigue en las últimas ocasiones en las que ha aparecido. Por cierto, decir que la inflación es un tema monetario es como decir que la alopecia es un fenómeno capilar. Las causas y su gestión es lo importante…

La inflación es como una enfermedad que te lleva al hospital y del que ya no sales. Tus amigos, sorprendidos, dicen: «Era una neumonía, pero estaba muy fuerte y no parecía tan grave sólo tenía fiebre alta»; sí, pero la cosa se complicó y acabó afectando a órganos capitales que formaron una multi causa que no pudo remontar. ¿Podría ser los efectos de la inflación como este caso? Seguramente, sólo que en lugar de grados de temperatura corporal, el síntoma era puntos porcentuales de aumento generalizado de precios. Cuando uno tiene un bajón en sus defensas, cualquier infección se puede complicar gravemente.

Cuando tengas inflación, lo peor que te puede pasar es no cortar el aumento del flujo monetario, porque ese es el mal inicial y lo hace a través del bien estudiado mecanismo de transmisión de la política monetaria. Aunque, lo bien cierto es que siempre pueden haber agentes que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid se suman al guateque del aumento de precios. Samuelson, que no era partidario de Friedman, aconsejó no cejar en reducir los procesos expansivos monetarios, pero tampoco estrangular a la sociedad con parones en seco. Bueno, sabemos como actúan los keynesianos, pero desde el punto de vista de la dinámica de sistemas, este comportamiento de graduación de la temperatura suele funcionar, al menos en las duchas diarias. Arreglarlo con impuestos y tipos de interés altos es la peor de las terapias, ¿no será mejor menos gasto y menos oferta monetaria? Como alternativa, el destino del gasto es fundamental, porque si lo dedicamos a factores que generan PIB será -tal vez- un buen gasto que no será inflacionario. No obstante, en la actualidad hay bastantes dudas sobre las verdaderas causas de la inflación y se planean dudas hasta de los índices que se trasladan a la sociedad. No sería extraño que -como sistema complejo- la dinámica de los factores tuvieran vida propia.

Yo, en mi ignorancia de cómo se comportan los gobiernos de puertas hacia dentro, me temo que algunos conocen algunos mecanismos de forma que dicen unas cosas y al mismo tiempo hacen las contrarias, por ejemplo, lanzar políticas restrictivas de gasto y seguir emitiendo concurrentemente con las primeras. Ni siquiera me extrañaría que fuera hecho común en todos los bandos. Hay decisiones en el pasado que parecen afirmarlo.

Esos estructuralistas que intuyen que la inflación se comporta de forma diferente en ciertas circunstancias, tomando formas extrañas y produciendo efectos inesperados, no son descartables. Hay muchos fenómenos económicos que no siguen las reglas habituales porque suceden en países con determinadas situaciones en las que se agrava o se aligeran sus efectos o, simplemente, es imposible de erradicar. Basta con ver algunos países sudamericanos y su hermanamiento con la inflación a lo largo de los tiempos. Plantearse el desarrollo o estabilidad de precios es una elección desesperada en la que no quisiera verme. Podría ser interesante que un organismo internacional sacará a los países de esa disyuntiva mortal y una vez salieran de esa situación, volver a la política mantenedora del equilibrio, pudiéndose ambas bastante diferentes.

Uno de los problemas que hay que resolver de inmediato es gestionar lo que crea base y masa monetaria y, siento decirles que no es la manivela de la máquina de dinero ya que la cantidad en billetes y monedas (M0) ha ido reduciéndose con el paso de los años y decir lo contrario es una creencia falaz. Quien crea el dinero son los bancos comerciales con el juego préstamo-deposito con una tasa de reserva del 1% (con lo que se puede «emitir» 50€ por cada euro en depósito) y algunas fuentes más como el turismo (la billetada de euros que nos deja el turismo es brutal) y algunas otras operaciones financieras. Claro que los bancos comerciales están controlados por el Banco Central Europeo y, aunque sean difíciles de controlar, se gestionan y se permite su proceso mágico de creación de dinero a través de la dinámica de los balances agregados y las reglas de flujos de pago y de emisión que marcan los bancos centrales.

Admitiendo, que pueden haber causas inflacionarias más allá de la monetaria, está claro que esa es el principal factor inflacionario. Cuanto más complicados sean los mecanismos que se utilicen en la política monetaria y los trade-offs que se planifiquen para reducir los incrementos del dinero en el mercado, más riesgo hay de que algo salga mal y se tenga que compensar con más impuestos. A mí me da que la falta de depósitos remunerados dignamente por parte de la banca guarda una relación estrecha con la necesidad de «refinanciar» la deuda con letras y bonos del Tesoro y con la no creación de una mayor M1.

Por último, ahora que hablamos de política monetaria, recordar que el mal visto gasto público tiene dos rutas, la primera es la mala, la del gasto tonto repartidor de recursos a lo que no produce nada y, una segunda ruta que va hacia lo que sí produce bienes y servicios creando PIB y demanda de dinero. Luego, ¿gasto público? Depende, hay uno bueno si no hay exceso y uno malo. También hay que recordar que la deuda del gobierno y sus ingresos se ven afectados por inflación o deflación, lo que nos avisa de que el gobierno no es agnóstico respecto al tema y puede tener intereses en una o en otra en un momento determinado.

En breve, publicaré un nuevo post profundizando en las causas de la inflación, si es que ésta existe de verdad, como algunos autores apuntan…

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