Beneficio, Controlling, Inductores del beneficio, Optimización de ingresos, Ventas

¿De quién es responsabilidad el Pricing, de papá o de mamá?

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Esta es una de las causas por las que el Pricing lleva cierto retraso de implantación en España. Al recaer entre medio de las dos áreas, nadie toma la responsabilidad de su aprovecha- miento. El área comercial quiere seguir a los competidores para facilitar la venta y el departamento financiero quiere mantener el margen y financiar adecuadamente a la empresa. ¿Estos objetivos son muy diferentes? No, pero les falta bajar tres escalones para darse cuenta de que el Pricing les va a ayudar a ambas partes, puesto que procura aumentar los ingresos con más margen y, en otros casos, consigue vender cuando ya no se esperaba hacerlo o aumentar el volumen si se vendía poco.

Si seguimos la lógica de la división actual de las áreas funcionales, el Pricing recaería en el área económico-financiera por diversas razones: porque conocen los costes y márgenes, conocen las necesidades de ingresos y tienen el profit como objetivo. También es importante su mayor hábito analítico que otras áreas y eso es clave para gestionar los precios y optimizar los ingresos, sin embargo, también se requiere la comprensión del comportamiento de los clientes y de la competencia. Esa, llamémosle «sensibilidad comercial», siempre recae más en la función comercial, aunque frecuentemente se hayan adscrito al lado del descuento como herramienta de ventas y eso -si se aplica indiscriminadamente- es contrario a las técnicas del Pricing. En los países que nos llevan años de delantera en la gestión estratégica de precios, han creado nuevas responsabilidades a medias entre los dos departamentos involucrados que son muy operativas y lógicas, ya hablamos de ellas en otro post reciente.

En este momento y hasta que se generalice el nuevo responsable de precios (Chief Pricing Officer – CPrO), esta tarea fundamental de la empresa -ahora y en el futuro- debe recaer en el área económico-financiera, aunque con la colaboración necesaria del director comercial. Por otra parte, debido al esfuerzo analítico que hay que hacer, un especialista deberá incorporarse al equipo de Pricing, aunque también puede ser que un sales controller ejecute está tarea.

Otra cuestión es quién debe medir los resultados de las políticas ejecutadas  que -claramente- será el departamento económico-financiero, al igual que otras informaciones que también serán su responsabilidad exclusiva, pero la responsabilidad de la gestión estratégica de los precios será de ambas áreas funcionales: comercial y financiera.

Independientemente, de quien asuma la dirección del Pricing, en la empresa española hace falta formación en esta disciplina. Sólo algunas empresas grandes de distribución ejecutan estas técnicas, pero hay infinidad de empresas de distribución que no las utilizan, al igual que la mayoría de producción que además no tienen en cuenta su capacidad para gestionar los precios de sus productos y es una verdadera pena con los tiempos que corren, tanto en un sector como en el otro.

Lo más fácil es añadir un mark up al coste y acabar rápido, pero eso limita los beneficios de la empresa como está ampliamente demostrado. Es hora de tomar el tren del Pricing antes de que nuestra competitividad y rentabilidad se retraigan más y lleguen a ser un gran problema. Existen tres técnicas para optimizar los precios que trabajan por separado y en colaboración según la empresa y las circunstancias de cada sector, la empresas de nivel de gestión llevan años trabajando con ellas y aquí seguimos sin usarlas.

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No hay que aplicar un único método de fijación de precios sino un conjunto de ellos

Las empresas utilizan un sistema de fijación de precios, normalmente, el de jugar cerca de la competencia, que es uno de los peores métodos que existen puesto que las circunstancias de los competidores no tienen por qué ser las nuestras y puedes quedarte fuera de mercado por costes o por calidad de productos. El mejor método de fijación de precios es utilizar un framework de métodos que te van a dar una visión de conjunto y se compensarán unos con otros para fijar un precio competitivo para tu producto o servicio y clientes objetivo.

Veamos los métodos habituales y sus ventajas y desventajas. Al de seguir a la competencia, le sigue el que emplean en los zocos, es decir, partiendo del precio de lista ir descendiendo hasta un punto de cruce con lo que el cliente está dispuesto a pagar siempre y cuando no esté por debajo de nuestro mínimo de margen. Obviamente, este método tampoco es el mejor por arbitrario y dependiente de la capacidad de negociación de los involucrados. Otro método es el de añadirle un markup al coste. Este sistema tiene dos problemas, uno es que muchas empresas no saben sus costes o los tienen mal calculados y, otro, es que se deja mucho dinero encima de la mesa en una buena parte de las operaciones. Independientemente, este es uno de los sistema de fijación que debe utilizarse en el framework de forma clara. Un sistema bastante recomendable es el basado en el valor, ya sea calculado sobre las funcionalidades del producto y los ahorros que produce o en comparación con un producto a batir de la competencia. Se trata de valorar lo que un potencial cliente gana o ahorra y una parte pequeña de esa ganancia -normalmente, un 5 ó un 10%- será el precio, aportando una clara diferencia de valor por lo pagado.  Tiene muchas similitudes al cálculo del ROI. Por último, el más utilizado en este momento y al que podríamos llamar de adaptación al contexto. Se basa en la adaptación  de los precios a diferentes circunstancias del mercado -de tu mercado- como la demanda, su elasticidad, sus segmentos, etcétera, optimizando los precios para cada segmento con propuestas diferenciadas, aunque se trate del mismo producto base.

Sin embargo, el sistema ideal es un conjunto de ellos. Comenzando por el del coste más un markup, siguiendo por el del valor y terminando por el se adapta al contexto de la demanda y optimiza los ingresos.

Para salpimentar el precio -o mejor dicho, los precios- determinados, tendremos que jugar con la psicología y mostrarlos de la forma adecuada, de la que nos conviene, ya sea utilizando las técnicas de anclaje, el efecto Decoy, los formatos númericos  adecuados o la muy conocida -y sin embargo efectiva- forma de acabarlos por un céntimo menos para bajar a un orden menor de magnitud numérica.

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El Consumer surplus te lleva al citizen surplus: ¡Todo lo quiero gratis!

ConsumerSURPLUSEste concepto valora la diferencia que existe entre el precio al que un consumidor está dispuesto a gastar y el precio real que se le pide. Es -en definitiva- ese tramo que te alegra el día porque te parece que estás comprando una ganga, aunque sólo sea porque creías que iba a costar más o dicho de otro modo: consigues un producto o servicio por un precio inferior al valor que le asignas.

Este concepto micro también tiene su repercusión macro: los ciudadanos esperamos recibir del Estado una cantidad muy superior a lo que pagamos a Hacienda cada año. Si utilizo las autovías, si tengo un uso intensivo de la Seguridad Social -aunque no sea deseable, claro-, si tengo tres hijos estudiando en la universidad, si me dan una subvención en la empresa, si voy a todos los espectáculos municipales, etcétera, tendré la sensación de un alto citizen surplus y cada vez querré que sea más alto. Obviamente, el óptimo de este concepto es cuando todo es gratis consiguiendo así el máximo surplus.

Mucha gente no está dispuesta a pagar por entrar en un museo público aunque se poco, entienden que ya pagó por ese acceso, reduciendo el surplus. Seguramente, cada persona tiene su consideración al respecto, reaccionando de forma diferente. Pero volvamos a la micro para hablar de la importancia de del Consumer Surplus.

En el proceso de compra, en su parte más decisional de evaluación del precio respecto a su valor percibido, nos jugamos la posibilidad de la transacción según ese surplus sea más grande o pequeño a los ojos del consumidor.

El todo gratis -o casi gratis- no siempre es bueno, basta ver qué ha pasado con la formación en las empresas y en el mercado en general.  Los cursos subvencionados parecían ser una buena cosa para elevar el nivel de forma acelerada, pero provoco u efecto pernicioso que todavía estamos pagando: los profesionales y las empresas no quieren pagar el verdadero valor de un curso y eso produce -necesariamente- un ajuste en el mercado que se suele centrar en la duración de los eventos formativos.

El concepto del Willing To Pay – wtp, indica lo que un comprador está dispuesto a pagar como máximo, es el precio de reserva. El ahorro respecto a este valor es lo que produce el surplus del consumidor o comprador, pero al proveedor le pasa lo mismo y si no se ajusta razonablemente, uno se queda sin impartir el curso y el otro sin la formación adecuada: ¡Menudo negocio para ambas partes!

 

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El Pricing es el rey de las cuatro palancas principales del beneficio: ¿Por qué no lo utilizamos más?

profitsSi queremos elevar la cifra de beneficio, cuatro son las palancas que tenemos para su logro. Hay alguna palanca más, pero no son tan importantes como estas. Los cuatro levers son conocidos por todos y cuando actuamos en una combinación de ellos, produce todavía mayores efectos que si nos centramos en uno solo de ellos:

Precio – Costes Variables – Costes Fijos – Volumen de Ventas

Aunque hay uno que destaca sobre el resto y que es por el que hay que empezar por sus rápidos y directos efectos: el Pricing. Como se ha comprobado empíricamente en diversos informes y en diferentes momentos del tiempo, los cuales siempre han dado el mismo resultado aunque con diferentes cifras: un pequeño porcentaje de aumento en el precio genera un aumento de los beneficios multiplicados por diez. Lógicamente, los diferentes sectores y estructuras económicas pueden alterar esa relación pero será siempre un gran multiplicador.

Sin embargo, el Pricing es un gran desconocido en las pymes españolas. Es una pena porque no se improvisa, hacen falta conocimientos, experiencia y sistemas, aunque nunca es tarde, por supuesto.

El Pricing incluye la estrategia de precios de una empresa, su proyección en el mercado a través del Posicionamiento; y también el conjunto de técnicas que optimizarán los ingresos mediante el análisis de una serie de distribuciones de variables clave.

El aumento del beneficio se consigue por la combinación de los efectos de los inductores en un perfecto mix que se consigue analizando y estructurando algunas partidas  de cada uno de los elementos mencionados como impulsores de los beneficios. Huelga comentar que los costes fijos tienen una preponderancia clave y que toda alza del Profit estará  en fuerte relación con esos costes.

Que un uno por cien de aumento genera entre un ocho y un quince por cien de aumento del beneficio es ampliamente conocido y estudiado, pero eso es la parte simple puesto que el Pricing no trata de subir los precios como única acción, es mucho más. Es jugar con la demanda y la capacidad, para optimizar los ingresos a través de los precios que es -en realidad- lo que se gestiona en función de los límites comentados.

Cada compañía de cada sector permitirá un grado de palanca con los precios dependiendo de sus límites (demanda, capacidad, ventana de venta de oportunidad para ciertos productos por sus propias circunstancias respecto al tiempo), pero todas pueden mejorar sus ingresos y beneficios mediante el Pricing, ¿por qué -entonces- no se usa mucho más? Por la inercia, por el día a día, por la falta de tiempo a escuchar lo nuevo, por desconocimiento de la dinámica real del beneficio, por estar centrados en creer que todo se arregla con vender más por la acción comercial, para ignorar que maximizar ventas y maximizar ingresos no siempre es lo mismo.

El efecto multiplicador de actuar sobre todos ellos utilizando a la gestión de precios como ariete principal, produce un efecto sobre el beneficio brutal y todo ello sin forzar la máquina, simplemente aplicando las técnicas y los sistemas conocidos.

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El Efecto Decoy presente en todos los sistemas de precios del mercado

Captura de pantalla 2019-06-07 a las 18.45.25Richard Thaler, Kahneman, Dan Ariely y otros muchos nos hablaron de este «problema» en el cableado de nuestra mente. Es un sesgo cognitivo que hace predecible a nuestro comportamiento y que se conoce técnicamente como efecto de las alternativas asimétricamente dominantes (Huber, Payne y Puto, 1982). En realidad, se trata de una técnica de evaluación que nuestro cerebro utiliza para decidir sobre diferentes opciones económicas de un producto o servicio referido al precio y que podríamos aplicar a otros campos como la geolocalización, puesto que -en definitiva- lo que estamos haciendo es triangular. En este caso, una tercera referencia -mucho más grande- nos ayuda a evaluar qué opción es la más conveniente.

Obviamente, este comportamiento «anómalo» de nuestra conducta es utilizado para orientarnos en nuestras decisiones, dando pie a buenos y malos «empujoncitos» que diría el bueno de Thaler. Los que trabajamos en Marketing lo utilizamos para ayudar a la decisión entre opciones de producto/precio y eso no es malo, al contrario. Lo que no evita que alguien quiera retorcer el concepto y llevárselo en demasía a su orilla. Por eso, explicándolo ayudamos a compensar su efecto inconsciente, permitiendo que sólo la parte positiva del efecto quede.

En definitiva, el efecto Decoy se trata de añadir una tercera opción de compra que referencia a las dos existentes, ayudando a ver cuál es la mejor opción para nosotros. Claro, que esta opción siempre es la intermedia. Veamos un ejemplo. Si vamos a desayunar a un hotel y hay tres opciones de desayuno: desayuno Básico 4 euros, desayuno Continental  9 euros y desayuno Excel 24 euros, ¿cuál elegirá? Ya se lo digo yo, el intermedio. Quede claro que el que quiere un café con leche y un croissant se va a un bar y listo. El que quiere desayunar en el hotel, ve tres opciones y piensa que la intermedia será la racional. Lo que en realidad pensamos es que con el básico igual vale la pena ir a un bar de la misma calle del hotel, con el Excel, igual es demasiado para lo que normalmente desayunas y el intermedio parece la opción mejor en contenido y precio. Una decisión  irracional que elegimos porque pensamos que es la racional ¡Cómo somos!

En todos los productos software se utiliza esta forma de presentación. Se eligen tres versiones, tres opciones según tu perfil como usuario o tu nivel de empresa, pero que en realidad una de ellas está contextualizando a las otra dos. Por si era poco foco a una opción, generalmente hay una de ellas -la intermedia- que está enmarcada en un rectángulo mayor y/o que lleva una leyenda que reza: «la compra más popular» o «recomendada». Todavía más, el orden de presentación también influye, no es lo mismo poner la opción barata, la intermedia y la cara que, la cara, la intermedia y la barata. Aunque los dos casos te llevan a que te quedes en la intermedia, no es lo mismo una pendiente que una bajada.

Hay una variente de este sesgo que se suele llamar efecto señuelo que es el mismo sesgo, pero se utiliza para crear una referencia ventajosa para el nivel más alto de precio; por ejemplo, si se pone que un almuerzo completo vale 5 euros y con medio cocadillo vale 4,5, en realidad se está potenciando el de 5€ porque parece ventajoso sobre la opción de 4,5€. Con mucha frecuencia, la referencia señuelo se usa para este fin acercándose -con menos características- al producto más caro más completo.

Lo importante para el comprador es analizar lo que se puede hacer con cada versión, la probabilidad de necesitar la siguiente opción, cuándo se dará ese caso y qué nos costará, así como si hay la posibilidad de pasos intermedios aunque no aparezcan en la página de precios de la web.

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Gestione el ciclo de su empresa y sus rotaciones como si de un producto perecedero se tratase

InventarioLa problemática de la optimización de ingresos en las empresas que tienen productos perecederos y/o no almacenables -como todas las empresas de servicios- está muy bien estudiado y bastante resuelto. Sin embargo, a las empresas que pueden acumular un stock sin merma no se les encasilla en esta tipología de problemática. Quisiera darle dos vueltas al tema analizando su circunstancia y viendo hasta qué grado casi todas las empresas estamos bajo el influjo del problema de la limitación temporal respecto al logro de la rentabilidad.

Está claro que una empresa que vende fruta o pescado (hasta el congelado), el que presta un servicio de transporte desde València hasta Burgos o el asesor que no llega a vender al máximo de su capacidad de prestación del servicio base, está perdiendo su ventana de oportunidad para rentabilizar su negocio. Desde el punto de no retorno ya le está costando dinero que ya pagó en su momento (inversión) o lo que tendrá que pagar a final de mes (gasto en nóminas, por ejemplo). En estos casos y, si no fuera por el bajo nivel de gestión del que adolecemos, estaríamos centrados en la búsqueda de la optimización de los ingresos en busca del beneficio.

Si cruzamos el río del límite temporal, el supuesto es otro: «Yo no voy a tener tanta premura por vender porque o no utilizo mi capacidad de recursos o lo puedo almacenar para mejor ocasión». Muchas fábricas que producen para stock -y muchas de las que trabajan contra pedido- no emplean su capacidad total por diferentes motivos, pero claramente reducen beneficios cada vez que no lo hacen, ¡cómo si las fábricas se montasen gratis! Otros, no calculan el coste de tener en sus almacenes los productos perdiendo valor y -en muchas ocasiones- de forma total.

Una empresa tiene como objetivo darle tantas vueltas al ciclo de conversión del dinero en dinero, tantas veces como pueda, y si no lo hace está perdiendo la ocasión de hacerlo como si de un producto perecedero se tratase.

Con el planteamiento anterior, cualquier compañía debe estar motivada para optimizar la contribución total (y en ciertos negocios, pocos, mediante la maximización de ingresos por limitación en su capacidad) mediante la aceleración de las rotaciones. Si este supuesto es cierto, todas las empresas estamos -en mayor o menor grado- en el caso de los productos y servicios perecederos y deberíamos darnos cuenta de ello para implantar estrategias conducentes al cumplimiento de ese objetivo.

Piense que si llega el día 30 del mes en curso y su rotación de inventario no ha mejorado sino que ha ido a peor, su oportunidad de obtener beneficios se ha mermado de forma irremediable. Si viera esta circunstancia del ciclo empresarial con limitación temporal, toda su gestión cambiaría, en especial la comercial. Sin olvidar conocer su capacidad instalada, que también cuenta.

Huelga decir que en el Pricing es la principal herramienta para acelerar el ciclo y ganar rentabilidad.

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Pricing: optimizar ingresos segmentando oferta/precio (¡No imitar a los partidos políticos!)

urna-electoralQuiero aprovechar la cercanía de las elecciones para explicar un concepto del Pricing muy importante y útil: si segmentamos a los clientes objetivo adecuada y diferenciadamente, podremos aumentar los ingresos al establecer más de una propuesta de oferta y/o precios. No conviene centrar toda nuestra apuesta comercial a un solo número, sino establecer varios cortes en el mercado para maximizar los ingresos por relacionarnos con diferentes curvas de demanda. Esto lleva muchos años funcionando y hay infinitos ejemplos en la actualidad que sirven para demostrar su eficacia.

Algunas tendencias políticas han hecho lo mismo. Ante la dificultad de llegar a las diversas formas de pensar de los votantes de esa tendencia, se han creado segmentaciones, diferentes ofertas políticas para el amplio espectro de una tendencia política. De esta forma, nadie queda fuera de la representación en el parlamento pudiendo sumar sus diputados que, de otra forma, quedarían sin representación por falta de opciones por sus ideas si sólo hubiera una propuesta para todo el arco de una tendencia política.

Es una buena idea que, proveniente del Marketing, los partidos y sus impulsores se establecen en el mercado electoral. Como en el mercado comercial, se trata de cubrir todos los nichos pudiendo unir -en algún momento o lugar- sus fuerzas maximizadas.

Claro, los de Marketing conocemos mucho más la forma de establecer esta estrategia y de las restricciones lógicas que tienen que tenerse en cuenta, evitando los posibles efectos perniciosos en el caso de implantarse mal. La principal regla de uso de esta técnica es la evitación de la canibalización y el arbitraje. Hay que cercar las distintas opciones para que no se permita circular de una opción a otra, ni que nadie intente recoger votos de otra opción. Se trata de conseguir los votantes que no iban a votar o lo hacían en blanco o buscando la nulidad por no sentirse representados por ninguna opción política existente.

Esta regla de oro ha sido vulnerada absolutamente. Todos han ido a «robar» votantes al resto de opciones que luego tienen que sumar, los mensajes han ido de aquí para allá borrando las fronteras de las opciones, juntándose y separándose por días incluso momentos según las circunstancias.

Los resultados son obvios y sobradamente conocidos: no se ha conseguido maximizar los resultados que esta estrategia permite. La causa ha sido el desconocimiento de los responsables de campaña de los principios de la segmentación diferenciada en oferta/precios para aumentar los ingresos o, mejor dicho para este caso, no han mantenido la diferenciación y han permitido que alguien tomara los mensajes de otro para -en teoría- aprovecharse del tirón de los mismos, aunque no fueran propios.

Las empresas que quieran implementar esta estrategia, que lo hagan con profesionales externos o con el conocimiento necesario para evitar estos efectos que están en la primera página del manual.

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La organización por centros de beneficios sigue de actualidad

Hay conceptos que se ponen de moda y como la industria del management no para de sacar nuevos conceptos -hay que vender novedad-, al poco, la obsolescencia los devora sin dejar que se extiendan más allá de los líderes en gestión. Uno de esos conceptos es la organización por Centros de Beneficios. Una buena definición la podemos encontrar en la web Contabilidad de Gestión: «Centro de responsabilidad cuyo responsable controla parcial o totalmente aquellas variables ligadas a ventas y a costes, que permiten y condicionan la consecución de un mayor o menor beneficio. Por ello, su responsabilidad financiera no es maximizar los ingresos vendiendo más unidades o minimizar los costes, sino rentabilizar el beneficio del centro. Dentro de los centros de beneficios es conveniente distinguir entre centros que no tienen influencia en los costes de producción, por ejemplo, un departamento comercial, de aquellos centros que tienen control sobre dichos costes, como sería el caso de las divisiones». Sus virtudes siguen estando vigentes y, si me apuran, más que nunca. Por la situación de la sociedad en nuestros días, nada mejor que este tipo de organización que permite y aglutina la responsabilidad y compromiso con el empoderamiento en las personas que deben conseguir los resultados, evitando ese desentendimiento y marcha al tran tran que todos detectamos en las empresas.
En las grandes empresas está plenamente aplicada por su estructura con diferentes fábricas, divisiones, productos y países de operación, pero -en mi opinión- es más importante en la pyme donde siempre hay menos medios para la gestión y, un sistema de responsabilidad distribuida es más eficaz.

Esta organización por CBs incorpora un sistema de informacional con la misma estructura creada, contando con cuentas de resultados distribuidas en esa estructura y permitiendo que cada responsable de centro de beneficio sea el gestor de cada uno. Esto no complica la gestión de la empresa -al contrario- puesto que estas cuentas no alteran la contabilidad de la empresa, sólo hacen que las agregaciones sean estructuradas de forma diferente y de carácter interno.

Los centros de beneficios que suelen utilizarse en la pyme son los canales, zonas geográficas, hasta llegar a los profesionales de la comercialización de forma individual. Cada estructuración debe estudiarse para cada caso, pero los comentados son los más frecuentes. Cada uno de ellos gestiona costes e ingresos y por lo tanto de los márgenes a cada nivel y su logro del objetivo anual.

Sin embargo, es cierto que esa estructuración comentada requiere que tengamos la información de costes bien imputados, al menos, siguiendo el detalle de cada centro de beneficios.

La estructuración por centros de beneficios aporta un gran avance en la gestión y permite que las estrategias sean particularizadas a cada centro, por lo que consiguen una mayor eficacia y eficiencia que cuando se actúa con información agregada como si trataran diversos síntomas de enfermedad agregados de diferentes enfermos. Normalmente, las estrategias para una cosa son malas para otras.

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El fenómeno de los productos y servicios Giffen en la actualidad

En primer lugar, déjenme aclarar qué son los productos Giffen y quién era este señor que dio nombre a este tipo de productos, o mejor dicho, a este tipo de comportamiento del consumidor o -al menos- a él se lo atribuyó Alfred Marshall, uno de esa pléyade de grandes economistas británicos de final del siglo XIX y principios del XX.

Este fenómeno o caso especial de la demanda puede explicar algunos comportamientos de la sociedad actual, por ejemplo, que en una situación de fuerte crisis los bares y cafeterías emerjan como hongos y que -además- estén llenos en su mayoría. Sí, ya sé que muchos tienen que cerrar, pero es que no hay indios suficientes para tanta pluma. Volvamos a explicar el efecto Giffen.

Sir Robert Giffen, un economista, estadístico y periodista escocés,  observó que habían una serie de productos que se comportaban contrariamente al resto en cuanto a la elasticidad de su demanda-precio. Concretando, me refiero a que cuando subía su precio también lo hacía su demanda en una perfecta contradicción, sobre todo no tratándose de un producto de lujo sino más bien inferior. Todos sabemos que lo normal es que pase lo contrario: si los precios suben, la demanda de ese bien tiende a disminuir describiendo una curva que definirá su comportamiento más sensible a las subidas que a las bajadas de precios según el tipo de producto, mercado, etcétera. Como diría un cursi, la curva de demanda de un producto Giffen tiene la pendiente positiva y de ahí su conducta contraria a la del precio. Aunque estas situaciones suelen darse en momentos concretos del mercado, en especial en los tiempos de crisis.

Un ejemplo clásico es el del pan o el de las patatas. Si el precio del pan sube, mucha gente en mala situación económica aumentará su consumo de pan porque ya no tiene suficiente liquidez para comprar otros productos y el pan sigue siendo el alimento más barato a pesar de la subida, así que compra más aunque sea para comer pan con pan.

Desde hace algunos años, mucha gente no tiene la liquidez suficiente para viajar, comprarse un automóvil, vivienda turística, etcétera. Sin embargo, sí tiene para desayunar un café con leche y unas tostadas o hacerse un aperitivo antes de la comida. Es el único «lujo» que -aunque suba- puede permitirse y de ahí que los bares de almuerzos, bares de tapeo y cafeterías esté llenas de todo tipo de estratos sociales.

Soy plenamente consciente que he forzado un tanto la Tª Económica, que me perdonen los dogmáticos, pero me ha parecido que el efecto Giffen podía explicar que en una mala situación económica mucha gente acuda a estos tipos de negocios cuando sale mucho más barato desayunar o tomar una cerveza en casa. Es que es la única alegría que muchos se pueden permitir y aunque suban los precios ligeramente, las terrazas y bares están más llenos.

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Los diferentes momentos de rentabilidad que explica el Coste De Servir

momentos de rentabilidad

Con frecuencia comentamos la necesidad de asegurar un determinado Margen de Contribución, un Margen Bruto o un beneficio objetivo.  La cuestión es que necesitamos conocer todas las incidencias del camino y si renunciamos a lo que pasa no podremos mejorar ninguna situación. Por ejemplo, en algunas empresas tienen un margen bruto de un 40% y unos resultados del 10% de las ventas, ¿sería interesante saber qué ha pasado por el camino? No es normal ese diferencial para una empresa comercial o al menos, debemos saber qué está deteriorando el MB hasta los Resultados.

Muchas empresas tienen un coeficiente de correlación cero entre una magnitud y otra (MB y resultados de ventas). En las empresas pasan muchas cosas que no están reflejadas en la factura a los clientes (envíos gratuitos, pedidos con errores con devolución a cargo de la empresa, regalos…)

Por eso, siempre establecemos los que llamamos  momentos de rentabilidad, más que un momento u otro por importantes que sean. Desde luego, los costes del periodo (administración, comerciales, logística, etc.) exigen una imputación justa y real o siempre acabamos con un una caja negra que nos esconde dónde perjudicamos los márgenes.

Cada empresa tiene procesos diferentes y esto le lleva a distintos momentos de rentabilidad particulares. Cada uno de esos momentos -como si de escalones de la cuenta de resultados se tratará- quiere explicar una circunstancia que no estaba bien explicada entre el margen bruto y el neto.

Tanto centrarse en los costes directos de los productos fabricados o comprados que se nos ha olvidado que después de ellos todavía vienen costes y que son cada vez más  importantes. El Coste de Servir es el principal de ellos y tiene como objetivos distinguir a los clientes rentables de los que no lo son, además, es una gran herramienta para la mejora de costes.

El Coste de Servir es una metodología que nos facilita conocer la rentabilidad de un producto o grupo de ellos, de un cliente o grupo de ellos o de las rutas al mercado/canales utilizadas. Integra los costes necesarios de completar el pedido a un cliente, sean provenientes de actividades operativas (logística de salida, casi siempre), administrativas o comerciales/atención a clientes. Estos costes ya no deben ser contemplados bajo el anonimato de costes del periodo. Para aclarar de qué estamos hablando, referiré varios ejemplos: no es lo mismo un envío a un almacén del cliente que a tres, no es lo mismo una factura al mes que quince del mismo cliente y muchos otros casos que diferencian el coste de servir, pero que quedan por imputar correctamente. A partir de ahí, podremos mejorar nuestra operación con el foco elegido.

Hay una diferencia entre el CdS y el Coste de las Mercancías Vendidas, este último incluye mano de obra, fabricación y gastos generales. Todo lo necesario para producir un producto. El coste de servir son los costes incurridos para atender a un cliente. El coste de servicio es la medida de los costes de actividad para cumplir con los requisitos de sus clientes.

No cabe ninguna duda que lo ideal es disponer de un sistema de costes por actividades ABC y que la existencia de este tipo de análisis facilita su implantación, pero si no se tiene puede valer una aproximación mejorada cada año. Todos los departamentos involucrados deberán imputar los elementos de costes a cada cliente y así permitir la clasificación correcta de los clientes. EL Coste de Servir es mucho menos exigente en recursos que un ABC.

La mejora en la rentabilidad de los clientes por su análisis detallado y personalizado, no viene sólo por la reducción técnica de los costes sino también por la capacidad que se les posibilita a los vendedores en el momento clave de la concreción de la operación.

El Coste de Servir nos aporta información para establecer más Momentos de Rentabilidad, facilitando un análisis superior de las distintas fases que englobamos y que nos impiden saber por dónde se nos va la rentabilidad.

Como otras metodologías, es fundamental que en su implantación haya una cultura que soporte su puesta en marcha, es decir, proactividad y colaboración del personal de los departamentos que la deben llevar a cabo, es decir, logística, administración y comercial.

En buena lógica, el Coste de Servir, se solapa con otro importante concepto que es el fulfillment que abarca una parte del proceso de CdS y otros anteriores como la fabricación. Al final, lo que se pretende es la satisfacción del cliente con la máxima rentabilidad de cada emento de análisis.