La llamada Curva de Laffer está sujeta a una gran controversia. Muchos -sobre todo los amigos del gasto público- dicen que es una milonga. Analicemos este principio con algunos temas más, para averiguar si tiene algún respaldo práctico o no.
Es una cuestión intuitiva. Si tenemos que pagar unos impuestos razonables, la inmensa mayoría de los ciudadanos los pagan. No diré que gustosamente -por eso son una imposición-, pero el sesgo cognitivo de justicia nos deja la mente en descanso. Si los impuestos van subiendo y la ciudadanía comienza a sentirse atosigada y paga por todo, la recaudación se resentirá por la percepción de injusticia por parte del contibuyente obligado que tendrá su justificación moral para evitar pagar impuestos y, además, se sentirá menos proclive a generar más economía para que una buena parte de la ganancia se la lleve otro. Con impuestos más bajos, esos ahorros pueden generar más economía y será otro factor para una mayor recaudación. Con impuestos altos y por todo, el gasto de los recursos de inspección también aumentarán y los ciudadanos se movilizarán para cambiar de gobierno por otro que los baje (todo el mundo sabe que el cometa impuestos deja su larga estela por toda la sociedad, aunque se diga que es para las grandes fortunas). En esta opinión estará la mayoría, supongo. Claro que siempre puede haber gobiernos que lleven a la mayoría del país a la pobreza para conseguir que por pequeñas «paguitas» le voten, clientelarmente hablando.
En cualquier caso, recordemos lo que Arthur Laffer escribió en su famosa servilleta en el restaurante Two Continents de la ciudad de Washington en 1974: «Si grava un producto, menos resultados. Si subvenciona un producto, más resultados . Hemos estado gravando el trabajo, la producción y los ingresos y subvencionando el no trabajo, el ocio y el desempleo. ¡Las consecuencias son obvias!». ¿Quién no se ha dado cuenta de esto todavía?
La curva de Laffer, indica eso, tal como lo hace los rendimientos decrecientes o los beneficios en busca de que el coste marginal sea igual al ingreso marginal y sus desigualdades. Hay una parte de la curva que es creciente, alcanza su máximo y comienza a bajar a pesar de que las tasas impositivas sean mayores.
La Dinámica de Sistemas nos indica que hay que buscar el equilibrio, que todo no es ingresar el máximo porque será la antesala de la disminución. En la práctica comprobada, sale mucho más a cuenta rebajar impuestos porque se entrará en un círculo virtuoso en el que la inmensa mayoría -no sólo pagarán impuestos- sino que estarán más dispuestos a pagar por todos sus hechos impositivos sin esconder nada. Por contra, si se va a un sistema impositivo exigente, habrá menos ingresos e insatisfacción en la calle.
Hay una serie de impuestos que son abusivos y acumulativos por reincidentes a lo largo de la vida de un contribuyente y además, sigue con el cambios de propiedad a través de la herencia. El problema está en que los gobiernos fijan la necesidad de fondos para ejecutar sus planes políticos y piensan de dónde se puede sacar sin más contemplaciones, sin pensar en la justicia impositiva para con los contribuyentes.
La aportación de Laffer, en realidad, ya fue hecha por Mises hace más de 80 años, pero el economista americano la dotó del mecanismo de difusión fundamental para que -como la polvora- tuviera un gran recorrido por la idea que incluye. Es la narrativa que los de marketing perseguimos y pocas veces conseguimos: ¡Tiene vida propia! Pero no es ninguna tontería porque cuando las personas llegamos a la conclusión de que alguien se aprovecha de nosotros, de nuestro trabajo y de nuestras propiedades, se abre un espacio mental -éticamente soportado- que justifica que evites el pago de impuestos en la medida de lo posible. Aunque debo aclarar que la propuesta de Laffer, en algunas ocasiones, no producirá el efecto anunciado, dependiendo del comportamiento final de los contribuyentes.
La curva de Laffer está sujeta a la Teoría del derrame, goteo, spill over, infiltración o de los mil eufemismos que la definen. En definitiva, viene a decir que si reduces los impuestos a los ricos, ese dinero que queda en sus bolsillos se filtra hacia las capas inferiores en un efecto beneficioso para todos mediante sus inversiones y emprendimientos. No obstante y dependiendo del país, ese efecto beneficioso aparece o no, es decir, si los que se han beneficiado de impuestos menores deciden llevar ese dinero excedente fuera del país, pues no se consigue nada. El ahorro debe ser puesto a trabajar o no hemos ganado nada en la economía.
La curva de Laffer y la Teoría del goteo deben ser analizadas en las circunstancias y hábitos de comportamiento del país en cuestión e impuesto a impuesto, para evitar que el efecto buscado se vuelva en contra, tengan en cuenta que cada vez respondemos de una forma más rara ante las situaciones que se nos presentan. Por ejemplo, un ministro de economía te lleva a una inflación del 125% anual, te devalúa la moneda en un 22% una semana antes de la elecciones, el porcentaje de pobreza del país está en el 50% y todavía le votan el 28% de los electores: ¡Qué es Massa no Messi!