A las empresas se nos ha olvidado lo más fundamental y la causa es que el cerebro humano es adaptativo y va formándose la opinión/creencias a base de leves movimientos a partir de los referentes de su entorno. Como hubo un momento en el que todo el mundo hablaba de reducir los costes como si ni hubiera un mañana en tal de conseguir la ventaja competitiva en costos, pues se nos quedó fijado en la cabeza. Para qué era esa ventaja en costes, para poder ofrecer precios más bajos y arruinar a la competencia. He de confesar que yo también caí es esa trampa olvidando la otra posibilidad que era ganar más, recargar el margen de nuevo y poder mantener un valor diferencial. En esa rutina de la mejora de los costes, se ha perdido mucho -además de costes-, pero también calidad y nivel de gestión. la otra posibilidad era sacar el máximo de productividad a los recursos que teníamos en lugar de eliminarlos de un plumazo. Lo que pasaba era que versión de eliminar lo que no parecía muy productivo era lo más fácil porque no se sabía cómo incrementar la línea de arriba ni la de abajo con los recursos que se disponían.
El grito de guerra se instauró y no hay forma de bajarse del mismo: «Guerra a los precios, tenemos que poder ofrecer el producto más barato y destrozar a la competencia», sin darnos cuenta que nuestro margen viaja con nosotros en esa ruta y que primero caerán otros, pero al final nos llegará el turno.
Lo que estamos viviendo en este momento inflacionario caprichosamente (por las causas de la economía clásica), es que muchos mercados necesitan como el pan recuperar margen y tienen que subir los precios, aunque se hayan apuntado algunos otros aprovechados.
Los márgenes tenían la protección de la localización, pero se acabó y llegó una nueva competencia feroz que eliminaba a muchas empresas que se defendían regionalmente. Bueno, la ley de la competencia es así, pero no se sabe buscar recambio ni crear compañías competitivas que puedan ir al mundo a devolver el «favor». El movimiento emprendedor es una falacia de nivel supremo y como todo movimiento falso y especulativo, como era la fiebre del oro, los únicos que ganan dinero son los que venden picos y palas.
Tendríamos que volver a pensar lo que añadir un margen supone y esa culpa social que algunos nos hace sentir: operar sin margen crea paro, desajuste social, bajos salarios y problemas en las calles. Operar con un margen razonable genera puestos de trabajo, salarios dignos, expectativas para los trabajadores, dinero que se cambia de manos y una economía que fluye, empleados que dan el paso para crear nuevas empresas. Si bajas los precios debe ser porque vas a vender más que la proporción de rebaja y vas a ganar más.