Ya no podemos reducir más los RRHH, la funcionalidad básica de las empresas están ajustadas y – amenos que los robots tomen el mando- ya no es el camino, aunque la automatización siga abriendo nuevas rutas.
Lo que más juego está dando -tanto en distribución como en fabricación- es la gestión óptima de los inventarios y de los precios. El primero actúa en los costes, reduciendo el espacio necesario, la inmovilización de recursos financieros en los stocks, reduciendo la financiación externa y sus intereses, las mermas y obsolescencia técnica, precios antiacuados en un periodo deflacionario como el actúal, etcétera. Con frecuencia, se ven almacenes desmesurados que cubren la falta de previsión de la demanda y que acomodan la gestión de la empresa (tal vez debido a esa comodidad que requiere niveles sobre dimensionados para vivir sin sobresaltos). ¿Qué decir de esos restos de partidas que tienen su valor, pero que están obsoletos comercialmente hablando debido a que han sido sustituidos por dos sucesivas novedades de la misma marca en cuestión de dos años? Como nadie revisa el inventario, se han quedado en elmacén con una menor posibilidad de venta cada mes.
El otro factor son los precios que pone su proa a la línea de arriba con gran eficacia. No se trata sólo de elevar o subir los precios para optimizar el beneficio o aumentar las ventas, también trata de estructurar los precios adecuadamente, de crear bundles que producen márgenes intersantes y más venta, optimiza las promociones y reduce los descuentos en pos de la contribución fijada. Detrás de las técnicas de pricing, existe un buen númeo de buenos hábitos que ayudan a la empresa a aumentar sus márgenes.
Establos aplicando dos técnicas sobre el mismo objeto: las mercadería o materia prima, productos en curso o acabado. Una lo mantiene ajustado a la rotación lógica para el sector y la rentabilidad deseada y sin faltantes, el otro optimiza la contribución. Ambos sistemas deben estructurarse cuanto antes y que las empresas vayan asumiendo su rapidísimo retorno.
Un subsistema que sirve para ambas técnicas es la previsión de la demanda, una gran utilidad que se utiliza poco en las pymes para su desgracia económica y financiera, porque los sistemas actuales son implantables de forma rápida y a precios muy competitivos, pero no ha sido una funcionalidad presente en las empresas y ahora está implementándose a marchas forzadas.
El proceso deflacionario que esta latente pero que sigue su curso, nos obliga a optimizar procesos, no se trata tanto de reducir costes como de eliminar el inventario innecesario manteniendo o aumentando la capacidad de entrega a clientes y, por otra parte, aprovechar para una mejor gestión de los precios generando más ingresos y/o contribución.