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El efecto Curro Romero: el cerebro dopamínico de los clientes

Cuando algo nos da premios y castigos alternativamente nos provoca un efecto de enganche. Cuando siempre se obtiene lo que se espera -aunque sea bueno- nos acaba aburriendo. Sin embargo, cuando una cosa nos resulta extremadamente satisfactoria en ocasiones y en otras no, nos produce una adicción como les pasaba a los seguidores del gran maestro Curro Romero, puesto que la tarde que abría el frasco de las esencias tú querías estar allí o te arrepentías toda tu vida por no haber estado presente, aunque te tuvieras que tragar grandes decepciones en otras muchas tardes.

Es una técnica para mantenerse en el candelero, dosificar los contenidos que se crean ya sean cursos, presentaciones de ventas, libros, charlas internas o externas, etcétera, pero también de las promociones, ofertas, gangas y otras mejoras del precio de forma inesperada. Ser muy bueno de forma esporádica te llevará tráfico a tus actos. Si siempre eres excelente llegarás a aburrir un tanto porque eres demasiado regular y ya lo han visto antes. Es la expectativa de éxito lo que atrae, el estar ese día mágico: la promesa de la ejecución y resultado soñado. Si eres un consultor dopamínico, notarás que cuando acudes a una empresa cliente, mucha gente quiere estar presente en tus sesiones. Al tiempo, cuando parece que no va a llegar a ese día memorable finalmente llega y los presentes lo difunden: ¡Qué bien estuvo la sesión de ayer!, y a la siguiente sesión tiene otra vez lleno en la sala, comenzando por el director general. Puede parecer algo bizarro desde el punto de vista de la búsqueda de la excelencia y de la cultura de la calidad, pero es así. Por eso sigue comprando lotería, porque aunque nunca le toca ve disfrutar a los que se llevaron el premio.

Todos los enganchados al juego de los tragaperras saben perfectamente que van a perder -no hay engaño-, pero sienten una irremediable atracción por la búsqueda de las tres cerezas. La posibilidad de conseguir algo o el premio máximo, les hace engancharse de forma que puede llegar a lesionar la economía de sus casas y sus vidas.

El mismo síndrome se produce con las redes sociales, que cada vez son más aburridas con pocas sorpresas. Miles de creadores de contenidos emitiéndolos hacia públicos que no pueden prestar atención ni al 5% de lo que les llega, por eso las resdes limitan la distribución de contenidos y si tienes 2.000 contactos, muy pocos son los que ven tus contenidos. Todo se basa en estimular el sistema de recompensas del cerebro dopamínico.

Hay toda una industria basada en este síndrome adictivo y que nos rodea esféricamente con contenidos y otros estímulos que captan nuestra atención y que acaban gestionando nuestros datos como el bien más cotizado del mercado, para seguir aprendiendo de nuestro comportamiento y perfilando más nuestras preferencias para las ofertas. Con tantas posibilidades de crecimiento cognitivo que tienen los medios digitales y han escogido los procesos que nos produce un deterioro cognitivo. Una pena que se empeñen en un crecimiento del mercado por este camino, en lugar de otros más positivos. Ya han dejado de sorprendernos y la gente se está bajando. Mucho ofertantes y poquísimos decisores.

Que nos motiven los likes que conseguimos en la redes sociales y lo tratemos como un reconocimiento a nuestra actividad, es otra búsqueda del efecto dopamínico. Sin olvidar que el neurotransmisor, en realidad, no es lo que nos produce placer sino que es la expectativa del mismo y eso ya es suficiente estímulo para que nos volvamos adictos a la fuente de la expectativa. Esta amina es lo que nos hace acometer acciones para el logro de nuestras metas, es una pena que su estudio no se aplique fundamentalmente a ayudarnos en este propósito y todo el proceso académico esté orientado al aprovechamiento de nuestro ser dopamínico en el entendimiento, desarrollo y aplicación de los conocimientos.

Recuerde el inicio del post, es mucho mejor que sus amigos y compañeros le esperen por la expectativa de pasárselo bien y disfrutar de su compañía, pero mídase y sea irregular, verá como le invitan continuamente. Eso sí, cuando toque estar bien, que sean momentos cumbre, al nivel del maestro de Camas. Administre el C₈H₁₁NO₂ de sus clientes para las grandes tardes y verá lo que pasa cuando se anuncie de nuevo en los carteles. La vida se compone de expectativas de felicidad, el resultado no importa tanto…

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