No es misión de este post ejercer de conciencia fiscal, sino -en esos casos en los que no parece haber beneficios- ajustar mejor los conceptos para que los gestores involucrados en los beneficios puedan ser compensados moralmente y/o economicamente por el trabajo bien hecho. Conozco muchas empresas pymes con un buen número de miembros de una familia trabajando en las empresa y -con frecuencia- se quejan de la falta de suculentos beneficios, pero lo que pasa es que no hay muchos beneficios porque hay dividendos en forma de salarios y gastos en especie.
Se escucha relatar algunas situaciones de falta de beneficios sobre todo en pymes, pero al mismo tiempo se aprecia unas remuneraciones muy altas por parte de la propiedad que trabaja en la empresa y -desde luego- superiores a los se le pagaría a un profesional por realizar esa misma función o, el uso de recursos de alto coste de la empresa, también servicios adicionales a su remuneración dineraria que se integran en el paquete de beneficios. Nada que decir al respecto, cada uno maneja sus propiedades como quiere, aunque esos gastos son componentes del beneficio en la parte que no es el estándar de la empresa. No hablamos de un tema fiscal sino económico-financiero.
Ese montante debería figurar como lo que verdaderamente es -remuneración de la inversión- en el análisis interno de la empresa. Sin esta diferenciación estamos engañándonos en nuestras cuentas de resultados y estructuras de costes.
Cuando se trabaja en el aumento del beneficio conviene atender a estos temas. Hay que separar de los gastos lo que en realidad es beneficio que remunera a la propiedad.
Como regla general, hay que analizar los paquetes salariales y complementos de los propietarios de la empresa -ya sean de forma directa o familia- y comprobar cuál sería la remuneración normal en el mercado por el desempeño de su trabajo y, a partir de ahí, el resto será parte del beneficio. No digo nada cuando los profesionales internos y externos que están trabajando para generar beneficios y de una u otra forma son remunerados en relación a su logro, ven como -injustamente- sufren mermas a su esfuerzo y buen hacer.
Los sistemas de incentivos bien construidos y lógicos deben contemplar este tema y gestionarlo, es decir, no tiene por qué eliminarse, pero sí debe ser tenido en cuenta.