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El astigmatismo provocado por los Costes Completos

Con el propósito de conocer los costes verdaderos -o casi- de nuestros productos y/o clientes, nos adentramos en la jungla de costes para ver cómo caminar hacia ese conocimiento.  No es fácil, muchos intereses se cruzan. Unos quieren saber esos costes y otros quieren valorar los inventarios. Así que en ese cruce de caminos estamos, pero el PGC nos dice que debemos utilizar los Costes Completos para la valoración del inventario y así hay que hacerlo, aunque no hay que abandonar la información que nos proporciona el Direct Costing y más aún en estos días que en segundos podemos tener una visión analítica con orientada a Full Cost o a Direct Cost indistintamente.

Nadie debe renunciar al Coste Directo -en su versión evolucionada- porque la información que aporta es muy importante, sobre todo para la gestión del negocio. Ni tampoco olvidar que los Costes Completos crean una clara distorsión que puede llevarnos al autoengaño. He visto cierto desprecio respecto al Direct Costing, pero aunque no nos sirva para la valoración de inventarios, nos aporta una importante información que nos ayudará a tomar un buen número de decisiones respecto a producto, precio, volumen, etcétera.

Los Costes Completos tienden a distorsionar la realidad por varios motivos. Fundamentalmente por la posible asincronía entre producción y venta. Esta circunstancia hace variar el resultado según sea una u otra mayor, con el consiguiente efecto fiscal.

Los problemas de los costes completos que limitan su capacidad de gestionar: como el coste completo unitario crece con la actividad baja y cuando el nivel de actividad crece el coste unitario tiene un comportamiento inverso debido a la incidencia de los CF sobre el coste unitario. La imputación de los CF por unidad es muy complicada de realizar, al ser independientes del volumen de producción, acabando en una imputación arbitraria. Esos CF acaban inventariándose al quedar existencias a 31 de diciembre y entran en el año nuevo con CF del año anterior.

Estos puntos terminan por dificultar la gestión si fijamos el precio basándonos en el coste. En este sistema se dan momentos absurdos y contrarios a la base del sistema cuando, los precios, no reaccionan a los principios del Full Costing. Me refiero a cuando las ventas no son las previstas y el precio no se aumenta y lo contrario, cuando las ventas son superiores a las presupuestadas y los precios no bajan. Consecuencia de los problemas comentados en el párrafo anterior.

La adecuada fijación de los precios en la actualidad no tiene sentido que se base en los costes, pero su efecto es mucho peor cuando -además- el coste no es real ni por aproximación. Este sistema, que es -conjuntamente con el seguimiento de la competencia- el más utilizado por desgracia, impide la optimización del margen y además, a los clientes no les importan nada tus costes.

 

 

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