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La práctica del «showrooming» que tensa al comercio de tienda física

Que la aparición del comercio electrónico los ingresos y los beneficios de las tiendas físicas es un hecho irrefutable, pero la tendencia no cede porque aparecen nuevas herramientas y hábitos que se expanden por todo el mundo. En esta ocasión, hablamos del denominado «showrooming» que es una práctica muy difundida en los países asiáticos (40% de las compras en Vietnam) y que va ganando adeptos en otras partes del mundo. Básicamente, se trata de visitar una tienda física y cuando nos interesa un producto de las estanterías, buscar el mejor precio en una tienda online y mediante los teléfonos móviles en la misma tienda o desde su casa, buscar en un comparador de precios o directamente a otros sites y, allí donde esté más barato, comprarlo. Esta tendencia es verdaderamente negativa si la tienda física no está operando en una modalidad omnicanal, ya que -al menos- en este caso puede todavía cerrar la venta dentro de su distribución.

Los grandes operadores minoristas que -además- tienen una estrategia omnicanal y tienen una estrategia de precios dinámicos, pueden beneficiarse de esta conducta de los compradores. En otro caso, la competitividad se hace muy complicada.

En el proceso de showrooming, no sólo se puede estar buscando el mejor precio de los productos que interesen sino que también se pueden estar visualizando opiniones, experiencias, incluso llamadas a amigos y familiares o redes sociales.

La variante llamada «Webrooming» se basa en lo contrario. Primero se busca por la web el producto que interese y posteriormente se va a la tienda física a comprarlo, previa comprobación física de la condición del producto.

Estos hábitos del comportamiento del comprador hay que tratar de aprovecharlos para el propio beneficio del minorista. Desdeñarlos no es una buena estrategia, aunque siempre hay que atender a las características del comportamiento comprador por geografía, estas tendencias se difunden rápido y hay un porcentaje de compradores que las adoptan, sin contar que muchas de ellas obedecen a comportamientos que la microeconomía ya reflejaba respecto a la información del mercado y el comportamiento económico y racional. Esta cuestión deja abierta la posibilidad del minorista a añadir valor experiencial en las tiendas, tanto físicas como on line.

Esto no ha hecho nada más que empezar. La dinámica de los mercados, las posibilidades de acceso que proporcionará el 5G, el tratamiento de los datos para la acción y los nuevos hábitos que se van a ir incorporando, nos llevan a un nuevo comercio sin parangón con lo que conocemos.

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